MONTSE
Está muy graciosa con su vestido de colores, pero muy triste
porque lleva 15 minutos esperando en la puerta del colegio a que venga papá, al
que hace una semana que no ve. Le ha pintado un dibujo con rotuladores carioca.
Sobre un fondo azul se ven dos árboles flanqueando un casa con chimenea, toda
la escena bañada por un sol que parece muy contento hoy. En la puerta de la
casa aparecen ella y su padre, de la mano, sonrientes y con las cabezas
desproporcionadamente grandes porque los niños no entienden los parámetros que
miden el mundo.
Se ha puesto a chispear y Montse agita la cabeza para
sacudirse las gotas de agua. Se pone la capucha del chaquetón porque su mamá
siempre le dice que la lluvia es divertida por los charcos, pero peligrosa
porque te puedes coger un catarro. La primera lágrima que se deja caer a
trompicones lleva dentro una dosis de inocencia que jamás retornará del suelo
en el que se estrella.