1 de febrero de 2011

Muertes ridículas 3: El funerario ultraprofesional

Con todos vosotros, un profesional como la compa de un pino, una persona que decidió traspasar la frontera de la realidad y convertirse en un personaje de Berlanga. Resulta que eres un funerario, que tu trabajo es tratar día a día con la muerte, igual que el panadero trata con la harina o el comercial con recibimientos escépticos. Vas a atender una faena peliaguda, un tipo que lleva dos meses desaparecido y que aparece tiesito en un bosque burgalense. No problem, te dedicas a esto y nada puede quebrar tu recia coraza. Pero, ahí amigo, quién te asegura que tu corazón no puede reventar en plena faena...

Puedes palmar por un despiste fatal o puedes elegir tú mismo cuando despedirte del valle de lágrimas, pero en ambos casos tú eres un factor decisivo de la ecuación. Lo malo es cuando te pilla el toro y no sabes ni por dónde ha venido. Y si encima ese toro tiene una guadaña y un sentido del humor fino como el coral, te vas de cabeza a una muerte ridícula.

Espero que sepas inglés...

Lo más bonito, como la bonoloto, y lo más feo, como un accidente de tráfico, son cosas a los extremos del camino y vamos por la vida convencidos de que no caeremos en la cuneta, de que todo les pasará a otros. Cuando suena el despertador te preguntas por lo que traerá el nuevo día y cuando te acuestas casi siempre te das cuenta de que, al final, no ha pasado nada. Y eso da rabia. Pero, ¿que no pase nada es bueno o es malo? Preguntádselo al funerario de Belorado. Seguro que él no estaba de acuerdo con aquel recopilatorio de música heavy cuyo título rezaba: "Sometimes, death is better".

No hay comentarios: